En el romanticismo la danza recuperó el gusto por los bailes populares. En cuanto al ballet surgió su clásico vestuario (el tutú) y además se empezó a componer música destinada solamente para el ballet. En la parte teórica se destacó el coreógrafo Carlo Blasis quien fue el principal creador del ballet moderno e introdujo el baile sobre las puntas de los pies.
Con el nacionalismo musical, el centro de innovación y creación paso de ser París a San Petesburgo, donde el ballet imperial alcanzó una gran brillantez. La figura principal del ballet ruso fue Marius Petipa que hizo que la propia danza contara la historia. Hizo ballets más largos, convirtiendo el ballet en un gran espectáculo junto con la colaboración de Piotr Chaikovski en tres obras excepcionales: La bella durmiente, el Cascanueces y el Lago de los cisnes. Por otra parte, a nivel popular el baile más famoso fue el can-can.